Varón prudente y justo que creyó…
Locura de un sueño reveló, sin pensarlo…
Desde el alma no vaciló.
A José, Dios encomendó a su madre, con el niño protegió.
Con esmero, devoción y amor cuidó.
En silencio, aquel varón dio su palabra al Creador,
y olvidándose decir… vivió por ellos hasta el fin.
Obediencia nos enseña, oh José,
mil virtudes florecieron, oh José.
Valiente hombre laborioso, oh José, maestro para el hombre, oh José.
San José de la acogida, entra en la casa mía.
Sin preguntas, reclamos y profunda fe,
desposaste a la doncella inmaculada mujer.
El cielo, tu lealtad y sencillez escogió para ser guía del gran Rey.
Tus brazos, sagrario del amor,
moldeaste en tu taller al mismo Redentor,
con martillo y pulidor del madero fuiste tallador,
que llevaría tu Señor, rompiendo el corazón.
Obediencia nos enseñas, oh José,
mil virtudes florecieron, oh José.
Valiente hombre laborioso, oh José, maestro para el hombre, oh José.
Obediencia nos enseñas, oh José, mil virtudes florecieron,
oh José. Valiente hombre laborioso, oh José,
maestro para el hombre, oh José.
San José de la acogida, entra en la casa mía.
“Ven con Jesús y María para que sean los maestros de la familia mía”.